HACIA EL VEGETARIANISMO

Desertificando el planeta

Un tercio del agua del planeta se utiliza en el cultivo para pienso usado en la ganadería

"Según datos aportados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la industria cárnica global es, por sí sola, responsable del 14,5% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto supera la cifra correspondiente a todo el transporte mundial tomado en su conjunto.

Otros datos que están a tan solo un clic de distancia del mouse (y de los que, sin embargo, muy rara vez se habla) reflejan que esta industria consume aproximadamente un tercio de toda el agua potable disponible en el globo, ocupa (ya sea a través del pastoreo o de los cultivos destinados a la elaboración de piensos) tres cuartas partes de todas las tierras cultivables, y está detrás del 80% de la deforestación que cada día arrasa centenares de miles de hectáreas de bosques y selvas en todo el planeta. 

Es impensable entender los masivos procesos de desertificación y los cada vez más prolongados períodos de sequía sin tomar en cuenta los desmanes de una industria que, año tras año, no cesa de crecer al mismo ritmo con que lo hace nuestro insaciable apetito de carne".


"En torno a 90 mil millones de animales terrestres, es decir, más de diez por cada ser humano que puebla la Tierra, son sacrificados cada año en todos los mataderos del mundo (aproximadamente 250 millones al día). En apenas tres décadas el consumo de carne a nivel global se ha duplicado. Y la cifra no hace más que aumentar a un ritmo exponencial. Es por ello que son cada vez más los científicos e investigadores que están alertando sobre algo que, a estas alturas, ya debería ser más que obvio: es imposible encarar el enorme desafío que supone el calentamiento global, una seria amenaza para el planeta y para nuestra civilización, sin alentar una urgente disminución de nuestro consumo habitual de carne."


Un silencio cómplice

"A pesar de todas las banderas rojas relacionadas con el calentamiento global y de toda la información disponible y científicamente corroborada, el “problema de la carne” continúa siendo prácticamente un asunto tabú en el ágora de la política y de los medios de comunicación. Mientras gobiernos, periódicos y noticiarios aúnan esfuerzos en su cruzada por fomentar y acelerar la necesaria transición energética hacia alternativas verdes y renovables, en cambio poco o nada se dice sobre la también muy imperiosa transición alimentaria sin la cual será imposible alejarnos del borde del abismo. ¿A qué se debe tanto silencio?

La razón de este inexcusable mutismo, de este eterno mirar para otro lado, nos parece evidente: el tema de la comida se sitúa sobre un terreno sumamente espinoso y resbaladizo. Levanta pasiones, agita los ánimos, hiere sensibilidades. Ningún dirigente político o líder comunicacional desea perder votos o simpatías inmiscuyéndose en los gustos personales de los ciudadanos o haciéndoles sentir culpables a causa de sus apetitos más preciados. Mucho menos riesgoso es, por ejemplo, centrarse en los coches eléctricos, en los reciclajes de residuos o en las bombillas de bajo consumo". 


Un ocultamiento consensuado

Los diversos gobiernos no sólo no están por la labor de difundir una información, relacionada con los perjuicios medioambientales provocados por la industria cárnica, extremadamente vital a la hora de intentar atenuar (ya que no revertir) el cada vez más acelerado y alarmante cambio climático; no sólo apoyan por medio de ayudas y subvenciones a esta industria cárnica ya de por sí multimillonaria, sino que además cooperan junto a este poderosísimo sector con el objetivo de que las atrocidades que se cometen a diario en los mataderos y granjas industriales de todo el planeta jamás lleguen al conocimiento de la población. La razón de este ocultamiento consensuado (incluso existen leyes en algunos países que lo amparan y legitiman) nos parece obvia: si realmente supiéramos lo que ocurre tras las inexpugnables paredes de los mataderos y macrogranjas, el consumo de carne se resentiría. Y un mínimo descenso en los índices macroeconómicos es algo que ningún gobernante con ciertas aspiraciones electoralistas puede darse el lujo de permitir."


Una divulgación necesaria

"Deseamos formular una pregunta cuya respuesta nos parece vital a la hora de encarar nuestro incierto futuro: si las imágenes dantescas de mataderos y macro-granjas son capaces de generar cierto malestar o remordimiento y por tanto de disminuir el apetito colectivo (y sin duda lo son), y si la disminución del apetito de carne redunda en demostrables y objetivos beneficios medioambientales, ¿no debería un gobierno responsable propiciar la divulgación de tales imágenes y de dicha información, del mismo modo en que, por ejemplo, las tabacaleras fueron obligadas a publicar en sus cajetillas las escabrosas imágenes de los tumores y afecciones de las que eran responsables? Y es que tenemos la firme convicción de que difundir la información vital relacionada con los desastres medioambientales provocados por la industria cárnica, así como alentar un mínimo de compasión por los animales, redundará en gran medida en la preservación del planeta y de nuestros propios modos de vida".

Extracto de "Una Hecatombe Invisible" de Milkor Acevedo. Disponible en Amazon y en el restaurante El Rabipelao.